Saturday, September 15, 2007

Textos de Marco




Nada, eso, unos textos que Marco Tortarolo tenía por ahí, y los secuestramos. ¡Salud!



Más seco que el último pedazo de asado olvidado en la parrilla
del 31 de diciembre.
Sin ganas de cumplir con mis obligaciones.
Con ganas de darle a la pereza un mejor lugar.
Ni triste ni alegre, ni nada,
apenas ansioso o aburrido.
Pudriéndome a buen ritmo como un pescado al sol.
Tenía pensado contar una historia: la de la mujer más hermosa
del mundo y de cómo fue raptada por agentes del servicio secreto Norcoreano que se la llevaron en un submarino nuclear y nadie más supo de ella.
La joven que fue mi novia adolescente y se perdió para siempre
bajo el mar.
Pero hoy no estoy de humor para historias.
Tengo sueño, hambre y calor.
No quiero ni pensar en aquellos malditos coreanos.


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Poeta sutil ¿dónde te fuiste?
Te ves en las reuniones donde amables y elegantes damas
discurren sobre Artes y Letras. Que bien.
Poeta sutil, reuniones donde viejas chetas hablan de Rimbaud,
hablan de Maldoror, hablan de Maldoror.
Hablan viejas chetas literatas, hablan de Lautreamont.
Y se horrorizan y se compadecen de la actual degradación del lenguaje.
Poeta sutil, le pido a Dios que exista el cielo,
solo para que exista el infierno, para que entonces,
cuando caigan esas viejas chetas literatas que hablan de Maldoror,
Maldoror les rompa el orto de aquí a la eternidad.
Amén.


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Cae la cáscara roja, podrida, de la tarde. Se hunde la moneda de fuego
en la espuma de la cañada y en las pupilas de los pendejos que fuman su mierda puntualmente en la esquina. Los ranchos, la tierra, la cumbia, los gritos. Un centenar de ruedas huyen cuando el semáforo arranca el último diente de oro del domingo muerto. Un tonto busca pelea, pegarle a un tipo, arreglar no sé qué asunto, demostrar su fuerza, verificarse macho. El otro teme, prefiere evitar.
Perros aúllan, gruñen y se muestran colmillos.
Anciano de bastón putea y escupe, el cielo putea y escupe,
un trueno y un relámpago. Un centenar de ruedas huyendo a una guiñada del semáforo. Todos los coches son lindos. Cualquier coche es mejor que ninguno. Pasan por nuestros ojos, dejan atrás la pollerita roja de puta hambrienta adolescente enferma de pasta base que se para al borde de la ruta y se trabaja camioneros. Lleva una marca en la frente: 666, recortada su silueta sobre carteles de neón con grandes letras rojas que gritan:
DESAMPARO Y DESOLACIÓN” “SOLO JESÚS SALVA Y SANA” “DESAMPARO Y DESOLACIÓN”.
Pasan montañas de basura en carros y camiones a levantar bien alto un nuevo Gólgota disponible para cualquiera que se descuide.
El peleador insiste y tira un golpe. El otro se defiende y ataca y conoce su propia fuerza y ya no teme.
Música de las ventanas de los autos, frenadas y motos que arrancan cuando el semáforo cambia de rojo a verde y los limpiavidrios vuelven al cantero con el balde, con la madrecita con el bebé, con la moneda de fuego que se hunde a cada segundo un poco más.
Y el estúpido pendenciero que recibió unas cuantas trompadas
se arrincona gimiendo, cuando el viejo del bastón hace un gesto tan claro y tan lúcido, tan elocuente, que todo el mundo entiende que eso está terminado.
La noche apaga las últimas brasas que cocinaron la carne de la tarde.
¿Cuántos televisores a todo volumen se precisan para acallar el llanto de las mujeres y los hijos de nuestro ejército de fantasmas borrachos?
Lentos ciclistas se deslizan por el filo de cuchillo de la ruta.
Y la lluvia, su trabajo de limpieza, vuelve a empezar.


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Mientras espero lo que hago es
Frotar mi pesimismo contra los labios del hielo,
Invocando el nombre imposible
De una mariposa con las alas empapadas en whisky.

Si alguien preguntara por algún tipo de justificación
¿Qué dirías?
Lo mejor sería decir que nada de eso te hace falta:
A cagar.
O decir por ejemplo, la noche está estrellada
Y tu concha me justifica plenamente.
Ella me llama y voy.
Aunque el infierno haya puesto una legión de presagios
Llamando por cobrar.
Si estás con una reina no podés atender el teléfono.
No podés.


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Hoy es domingo.
Compré vino, cigarros, sardinas, tomates, galletas.
Ella está en casa.
Cogemos de noche, cogemos de mañana,
cogeremos de tarde sin duda.
Y a dormir y después iremos al cine. Capaz.
Salgo del almacén de los gorditos y en la esquina un chico me habla:
“Es más lindo usted” eso dice.
Sonrío y sigo caminando.
Debe ser por los lentes.

4 comments:

Carlos Lucero said...

genialiiiisimoooo

Unknown said...

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stinoos said...

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