Estas son algunas de las cosas maravillosas que la prensa ha dicho los últimos meses de MALPASO, desde la salida casi simultánea de "El Tony Park ha vuelto al pueblo" y la Banda de Sonido de Alma Mater... ¿Cómo? ¿Todavía no te decidiste a comprarlos?
LO OSCURO COTIDIANO
Vueltas al Tony Park
EN ESTAS VUELTAS del Tony Park, * lo real y lo fantástico, lo sagrado y lo profano se han permitido la locura de borronear sus límites "oficiales". Y es la canción la que conquista semejantes imposibles. Con insolente desprolijidad, esos gestos sonoros pulverizan la custodia y la sanción mediática, permitiendo que la palabra se lance a hurgar y exhibir rincones y oscuridades tan humanos como poco "presentables". Estos mundos que emergen con todas sus asimetrías e Incorrecciones no parecen sentir la tiranía de la gravedad. Allí nada cae por su propio peso y el tiempo se da el lujo -ajeno a toda modemidad, por cierto- de detenerse y enfocarse hacia otras direcciones. Las reglas se definen en el campo de las miradas y las escuchas, justo allí donde crece el detalle, lo pequeño, y lo trascendental se juega en la exhibición de lo carnal.
Un librero, un tal Tuerto Silveira, una puta beatificada, niños, amores y la muerte seducida por asesinos y suicidas, anudan sus trazos vitales en las peripecias del Tony Park. Sus historias se traman sin continuidades previsibles y se gozan en su condición de "marginales" -marginales para la corrección de la doxa, claro-. Marco Tortarolo -cantante, guitarrista y autor de la mayoría de las letras- vuelve, como en trabajos anteriores de Malpaso (Hard In the kaos de 2000 y Demoliciones de 2001), a jugarse a la construcción de climas e imágenes descarnadas, románticas, cargadas de furia y oscuridad. Cada canción, lejos de imposturas eruditas, roza el costado desenfrenado y oscuro de lo cotidiano: "Santa Yoselín": "Yoselín, Santa Yoselín. las medallas del dolor ya no valen nada (...). Por ciento cincuenta pesos te hago ver el cielo, nene... ",-o en "El Tony Park": "El bien y el mal como hermanas gemelas dan vueltas alrededor de la plaza, esperando al pinta que invite un trago...". Los espacios vitales se reconstruyen como parte de un paisaje que también es negro, donde el dolor habita como parte de lo obvio y necesario: "Corazón turbio", "Un caminó de tierra como vena del destino nace en la plaza mayor, se abre paso entre uva y bala a morir en la laguna de los sacrificios':
La música se alia con suertes dispares a los pliegues dramáticos de tos textos. En canciones como "El Tony Park", "La promesa" o "El secreto", los climas expresivos resultan de una fusión a partes iguales entre letra y música. Aquí, la interpretación vocal desgarrada y áspera de Tortarolo es un ingrediente clave para dar vida a estas fusiones. En otras, como "Acero'"y la remusicalización de "No me esperes", de Alfredo Zitarrosa, la letra domina sobre una composición menos lograda y una interpretación deslucida.
Los arreglos instrumentales están más cerca del ensayo improvisado en un 'garaje que de la gimnasia virtuosística y las superproducciones del starsystem roquero. Esto refuerza la estética "alternativa" de toda la producción (aunque aquí el límite entre lo intencional y el condicionamiento de las limitaciones técnicas no siempre está claro) y crea el entorno para los encuentros expresivos entre letra y música.
Como refuerzo de esta estética, el complejo de influencias compone un interesante juego intertextual que sobrevuela en cada canción. Allí pueden convocarse músicas tan distintas como las de Tom Waits, Nick Cave. Leonard Cohén, Daniel Melingo o Edmundo Rivero. Es una amalgama que, si bien no rinde tributo a un eclecticismo simplista, cruza signos de modernidad y tradición, y fertiliza el terreno artístico para la atractiva proliferación de tensiones entre lo local y lo global.
Toda empresa de encasillar esta música come rock, punk, nuevo tango, o lo que sea, entendidas como compartimentos cerrados, está condenada -por suerte- al fracaso. Esta nueva producción de Malpaso, y aunque suene pretencioso o exagerado, renueva la confianza en que el rock nacional -como concepto muy amplio- puede transitar por caminos más estimulantes que el aburrimiento que actualmente lo sofoca.
ALEXANDER LA LUZ
* El Tony Park ha vuelto al pueblo Ayuí, A/E 284 CD, 2005.
Brecha, 17/02/2006
Hay que hablar con (el canal) HBO porque se perdieron terrible
banda sonora para su serie Carnivale, se llama "El Tony Park ha
vuelto al pueblo" y está a cargo de Malpaso. Entre los tracks 'El
Tony Park' o 'El librero' uno se imagina a la mujer barbuda, 'al tuerto
Silveira', a la 'Santa Yoselín'y al hombre lagarto paseándose de la
mano de Nick Cave o Tom Waits leyendo el Fausto de Goethe o
mirando una película de (Emir) Kusturica. Así de retorcido y a la vez
interesante. Quién puede ignorar esta mezcla que entre otras
varias cosas conforma el tercer, álbum de Malpaso. El tema 'Acero',
donde Marco Tortarolo (letras, voz, guitarra y armónica) comparte
autoría con Andrés Churrut (bajo, guitarra y piano) y Natalia Galbiati
es el único del disco en donde escuchamos la voz de una mujer,
pero ayuda al respiro para arrancar luego con uno de los momentos
más "No Smoking Orchestra" (banda que integra Kusturica) como
lo es 'Las palabras textuales del Wasi'. '3 A.M' huele a prostíbulo,
'Distancia' a letanía parisina, 'La Promesa'a calle y tango y 'No me
esperes', la canción de Alfredo Zitarrosa, as sencillamente
descomunal. Que "El Tony Park ha vuelto al pueblo" es la mejor
noticia que te pueden dar, digan lo que digan los Malpaso.
Por Leticia Pérez.
Revista BONUS TRACK, Nº 1, Noviembre 2005
MALPASO - EL TONY PARK HA VUELTO AL PUEBLO
La feria de las tinieblas
19.10.2005
En setiembre salió a la venta en todo el país el nuevo disco de Malpaso, "El Tony Park ha vuelto al pueblo".
Entre los cabarutes de los suburbios, las ferias de juegos oxidadas, las estaciones de trenes abandonadas y los puestos de ingenios mecánicos corre un secreto a voces: el Tony Park decidió volver al pueblo, arrastrando sus chirridos de ciudad en ciudad y trayendo consigo un desfile de personajes disfuncionales.
El Tony Park es el universo paralelo de Malpaso, habitado por figuras que parecen el resultado de una cruza promiscua entre Kusturica y un Tom Waits o Nick Cave de tono gauchesco, con referencias directas a los mundos literarios de Borges u Onetti. Todo ello toma forma en lo que la banda ha dado en llamar "Tony Park", una feria de juegos encapsulada en el tiempo y que sirve de excusa para un álbum conceptual, tercer intento discográfico de Malpaso
Canzonettas, lounge de arrabal, tangos deformes, valsecitos anacrónicos pero encantadores y milongas dark adulteradas se mezclan con los acordes tristes que desgrana el paso de su circo itinerante, narrando las historias de una verdadera feria de la tinieblas. Personajes contrahechos como el Wasi, el tuerto Silveira, la prostituta Yoselín, un boxeador callejero o el librero mítico de un pueblo fantasma asoman en los catorce tracks del álbum, cobrando vida gracias a la voz cavernosa y sugerente de Marcos Torterolo y la capacidad climática que tiene Malpaso, a esta altura una orquesta de fábula.
Después de los dos anteriores discos de la banda, "Demoliciones" y "Hardinthekaos", "El Tony Park..." conjuga con el máximo equilibrio la capacidad para contar historias y la virtud a la hora de crear piezas musicales intercambiables en ese puzzle literario.
El paseo por la dimensión paralela de Malpaso se abre con el vals salvaje de "El Tony Park", salpica climas densos con temas como "El secreto", intenta inyectar una cuota circense con "El librero" y se hunde en la cocktail music pervertida de "3 AM", ideal para sumergirse en el rincón más sombrío de un bar ignoto.
No falta la balada Nick Cave, como "Santa Yoselín", una versión totalmente libre del tema "No me esperes" de Alfredo Zitarrosa o la descarga de adrenalina necesaria en "Las palabras textuales del Wasi", dando paso a la retirada triste de "El Tony Park se va".
Dentro de esa atmósfera opresiva de "pueblo donde no baja nadie", muy bien lograda, el momento luminoso lo otorga el pop melancólico de "Acero", único track que con voz femenina prescinde de la garganta del vocalista, profunda como la fosa de las Marianas.
Bienvenidos a bordo los curiosos, los fenómenos de feria, los visitantes ocasionales y los habitantes de siempre: el Tony Park ha vuelto al pueblo, y resucita a su paso los fantasmas del tiempo con el vals descontrolado de su calesita infernal.
Por sir Martin
Ficha técnica
Malpaso - El Tony Park ha vuelto al pueblo
Edita Ayuí/Tacuabé
Año 2005
www.montevideo.com.uy
Malpaso
Infierno Grande
(Historias cruzadas en las canciones de Malpaso)
Un olor desacostumbrado comenzó a correr por las calles, con el mismo apresuramiento encorsetado de la gente que de pura casualidad, estaba cerca del lugar. Siempre sucede eso del instinto que se activa, y para resguardar la piel de una bala perdida, los individuos se fugan hacia afuera de ese centro, propulsados por el big bang invisible del peligro. El llanto de una niña acaso nada tuviera que ver con la suerte del hombre que yacía recostado sobre la calle, agujereado por ¿un ajuste de cuentas? Pero el llanto es una señal de dolor y en el sitio donde murió ese hombre y donde llora esa niña, hay varias historias ligadas al sufrimiento.
Una de ellas introduce el tema del suicidio como posibilidad detalladamente meditada (“Hay un sol entre los sauces y otro sol bajo el agua, grandes cantos de cigarras en el aire... El aire que te cuenta al oído el secreto... Secreto reloj de agua, que te sueña bajo el puente”), mientras que la anécdota de la canción “Quema”, hunde su interés en el individuo al que la falta de fe de los demás en su persona, le propina un sentimiento de derrota mayor que la derrota misma: “Un favor, mi amor, te pido, todavía no me tires la toalla, aunque me estén cagando a piñas”. El dato principalísimo de la llegada al pueblo de un parque de diversiones, parece ser el único indicio de vitalidad en un sitio salpicado por alguna muerte física y leudado por la muerte existencial.
La obra en cuestión pertenece al grupo Malpaso (El Tony Park ha vuelto al pueblo, Ediciones Ayuí, Montevideo 2005) y otro de sus ejes tiene que ver con la territorialidad de lo narrado, ya que todas las historias pertenecen a una misma comarca o la tienen como referencia si el suceso acontece en otro rincón del planeta. Lo curioso es que ese dato no se especifique en ninguna parte y que sin embargo para el oyente, sea una certeza incontrastable que todos los personajes de las canciones están relacionados por los lazos de una misma geografía.
El procedimiento de que se vale la banda Malpaso para lograr ese efecto, es el cruzamiento de historias y personajes, o la aparición de una misma frase intercalada en distintas composiciones del registro. Así, la línea que en la primera canción del disco dice: “La vieja estación cruje un poco más, cada vez que el viento la patea”, se reitera idéntica en “Acero”, en tanto que la oración “el librero está loco, delirio místico dice que el Diablo se adueñó del pueblo” (“El Tony Park”), vuelve a insertarse con alguna modificación en la composición “El librero”.
El cruzamiento llega hasta a proponer una canción como contracara de otra, o como la diferente manera de mirar un mismo hecho con cristales cambiados. Tal el juego que se establece entre “La noche que mataron al Tuerto Silveira” y “Las palabras textuales del Wasi”. En aquella, hay sólo una descripción imparcial de los sucesos (“cinco balazos le encajaron cinco. Giraba calesita de la muerte oxidada, el del bingo cantó el cuarenta y ocho. Un pinta, un brazo, un fierro... cinco bombazos cinco”) mientras que en ésta, se incorporan los dichos del matador: “¡Hey vaquero, hey vaquero, hacete las botas con tu propio cuero! Dicen los que dicen que esa noche estuvieron: cinco bombazos le encajó, cinco agujeros”.
Por la misma técnica de hacer resonar una frase más de una vez y de hacer aparecer a los personajes en diferentes historias, cada composición es a la vez mundo propio, y micro texto de un texto mayor que es el disco entero.
En lo estrictamente musical, Malpaso ha venido buscando un lenguaje propio con la misma entereza que ha tenido para hacerse un lugar en la cultura uruguaya. Visto en retrospectiva, su disco Demoliciones (2001) expuso varias formas de plantarse en una misma franja estética, abriendo un abanico de posibilidades diversas. Estaba el neo tango de “10.000 tempestades”, o el bolero desquiciado de “(Prefiero) El peligro”, o la milonga con frituras de “The last gaucho”, o el pop rock agreste de “Carretera”.
Todo parecía indicar escuchando aquel disco, que el futuro correría por los cauces de lo bolerístico o lo tanguero, porque eran los materiales que dentro del perfil retrocore lucían una mayor frescura. Sin embargo, en El Tony Park…, se oye mucha cosa parecida a la extraña e indefinible forma sonora de un tema como “Detector” (casi un vals con ritmo de cabaret berlinés, bajo de jazz setentista, variaciones de piano provenientes de la música culta y un estribillo blues-rock que no puede ser), y se percibe una gran preponderancia del piano y el teclado dentro del conjunto orquestal. Y aunque hay guitarras y bronces ambientando milongas, valses, y cumbias góticas, la centralidad del piano se destaca como dato, si se tiene en cuenta que en Demoliciones, el violín tenía un protagonismo casi total.
Ninguna otra cosa podría certificar con más claridad, el proceso de búsqueda de Malpaso y la apropiación de los frutos hallados en el camino.
Leonardo Scampini
DelUruguay.Net
http://www.deluruguay.net/notas/xedicion.asp?idnota=321
MALPASO
"El Tony Park ha vuelto al pueblo"
(Ayuí, 2005)
En este pueblo somos tan amables
Por Nelson Barceló
Malpaso es una banda que optó por no acudir al clásico sonido del rock uruguayo pos dictadura, tan emparentado a Joy División y Bauhaus. Por el contrario, descubrió en la aduana, el puerto y la periferia un sitio adecuado para enmarcar sus decepciones, fracasos y baladas asesinas. No solo apelando a la iconografía de estos márgenes sino también empleando pequeños sonidos que nos describen y ambientan el contexto de cada historia. Si bien suelen conjugar diversos estilos musicales, por encima de ello Malpaso rescata el nervio del tango reo. Existe una elaboración rica, minuciosa en cuanto a pequeños sonidos que forjan el clima de cada canción.
“El Tony Park ha vuelto al pueblo” es una obra conceptual que gira sobre un rústico parque de diversiones alrededor del cual se amarra el bolero lumpen de “La noche que mataron al Tuerto Silveira”, la desazón de “El Librero” y el ruego descarnado de “Quema”. Solo esa trilogía basta para comprender el espíritu desgarrado del Tony Park. Pero allí viene galopando un recorrido por todos los rincones del western llamado “El Guasi”, cuyos pasajes instrumentales son un trip con la cara de Lee Van Cleef decorando la aventura. Es vasto el universo de referencias al pueblo proyectado por la lírica de Marco Tortarolo: “el bien y el mal como hermanas gemelas/ dan vueltas alrededor de la plaza”, “abrieron los pastores/ una nueva iglesia/ con sus viejas mentiras en camionetas nuevas”.
Durante algunos pasajes del disco se vuelve notoria la incidencia de artistas como Nick Cave, Tom Waits y Alfredo Zitarrossa. Lo evidencia el juego sacralizador de “Santa Yoselin”, la tensa vigilia de “3 AM” y una impertinente versión de “No me esperes”. Pero este perfil altanero no les priva de redondear metáforas como: “mi alma es el jardín/ de los senderos que se bifurcan” o dispensar instantes de humor con “La Promesa” y el portuñol atorrante que corona “La noche que mataron al Tuerto Silveira”. La incorporación de Jorge Dutra en saxo enriquece canciones como “El librero” y “3 AM”. A la banda se integró también Ignacio Irigaray en guitarra, quien participa en “El Secreto”.
Dentro de la heterodoxia musical que distingue a Malpaso, “De Acero” sobresale instalando sensaciones de melancolía y dolor. Lleva una pena verbalizada y distante del padecimiento. El tratamiento instrumental y la forma en que Natalia Galbiatti susurra la letra despiertan ternura. Enmarcando la composición en un tono cepia, after pop.
El disco cierra con la desaforada versión original de “El Tony Park”, procedente del grupo SimonVarSiniestro, que contaba con varios integrantes de lo que posteriormente fue Malpaso.
Tras un excelente “Demoliciones” (2001, “Tony Park Records”) entregan “El Tony Park ha vuelto al pueblo”, confirmando su potencial. Habiendo encontrado una estética que los contiene y es construida por ellos mismos. Si desean conocer el destino del “Tony Park” deberán atravesar sus quince estaciones, respetando el orden original el viaje será más disfrutable. Mientras tanto, aquello de “el Tony Park se va” continúa sonando en el ambiente, denso y aletargado, casi como una amenaza.
Revista Digital Deltoya
http://members.lycos.co.uk/revistadeltoya/home
Música desde ALMA MATER
Música desde ALMA MATER
* Simultáneamente con el estreno de la película de Alvaro Buela, está disponible su banda de sonido, en discos compactos Bizarro.
Alma Mater
* Estreno Viernes 16 de setiembre - Cines HOYTS Alfabeta y Punta Carretas - Cine Plaza - Moviecenter Montevideo Shopping
El disco 'Música desde Alma Mater' es una producción de Nada Pop para el sello
Bizarro Uruguay, con el cuidado artístico de Sylvia Meyer y masterización
de Riki Musso.
Con la base de varios pasajes musicales de la película 'Alma Mater', creados
e interpretados por los artistas Sylvia Meyer, Maximiliano Angelieri, Riki
Musso y el grupo Ojos del Cielo, el desarrollo conceptual de 'Música desde
Alma Mater' es el de generar un producto sonoro que acompañe en calidad y
tono a la ficción dirigida por el cineasta Álvaro Buela.
Asimismo, los productores de 'Música desde Alma Mater' contemplaron otras dos
premisas en la confección del disco: involucrar a por lo menos tres generaciones
de músicos cercanos o no a la escena rock -en una apuesta a bandas debutantes
y también a propuestas paralelas o singulares de artistas reconocidos- y
un fuerte énfasis dentro del formato canción.
Las zonas pianísticas de Sylvia Meyer y las sorprendentes canciones "Un beso",
"Juana de Arco en la ducha" y "Oh" -momentos claves en la película 'Alma Mater'-
configuran la estructura central del disco. Abren y cierran un viaje musical
sofisticado y de alta calidad.
Sylvia, encargada de la banda sonora, convocó a su amigo Maxi Angelieri (ex
Exilio Psíquico) para interpretar la canción de la película, la que tradicionalmente
corre en los créditos. Producida por Juan Campodónico, "Nada" es un momento
alto en las búsquedas pop electrónicas de Angelieri.
Meyer y Buela incluyeron, además, otras dos canciones como momentos incidentales
de 'Alma Mate'r: "La bufarracha" de Riki Musso (quien fuera integrante de Exilio
Psíquico) y "Momento trance" de Ojos del Cielo (grupo en el que milita Marcelo
Fernández).
De los viejos colegas de Meyer, Angelieri y Fernández, una familia musical
en la que podría incluirse a la actriz Roxana Blanco, ya que todos juntos
participaron de un espectáculo teatro-musical en Teatro del Centro hace casi
quince años, se suma Sibila Vain (nuevo proyecto musical de Orlando Fernández),
con un invitado de excepción: el tercer Fernández, el "buen muchacho" Pedro
Dalton en vocales. El resultado se llama "Milagros", una canción que pega
desde la primer escucha. Cercanos en oscuridad y poesía crispada, fueron
invitados los Rouge, banda que participa con el tema "Ana bajo tierra" y que
demuestra por qué fueron considerados revelación por su disco debut independiente.
La nueva generación montevideana, en decidido plan indie, está representada
por Martín Rivero (cantante de Astroboy), Lucky Winners y Orange, todos cantando
en inglés, pero en un reconocible y áspero sonido montevideano. Rivero arremete
en solitario con una versión de un tema de Motosierra, mientras que la banda
liderada por Emilio (ex Max Capote) apuesta por el neo-folk y los Orange
prueban en el imaginario retro.
Antes de irse a Italia, con la colaboración y producción de Andrés Torrón,
Maxi Angelieri grabó un par de maquetas que circulaban entre sus amigos más
cercanos. "Io so" es una espectacular versión italiana de "Yo sé", un momento
musical que quedará en la historia del cine uruguayo y que ilustra un pasaje
de la premiada película 25 Watts. "Chissá perché", de la que no se conoce
versión en español, es una canción extrañamente fresca de la obra de Angelieri,
rozando un kitsch que hace juego con cierto tono de la película de Buela
y con la página musical cedida por Max Capote titulada "Y ahora estás llorando".
Tres grandes canciones completan la selección de 'Música desde Alma Mater'.
"Acero" de Malpaso supone un sugerente adelanto del muy próximo disco debut
de una de las bandas más destacadas del under montevideano. "Kansas", compuesta
e interpretada por Miss Wichita, es un avance del nuevo proyecto de algunos
integrantes de los legendarios Loop Lascano. Finalmente, se incluye "Bien
abajo" de Sinatras, un tema tan hipnótico como encantador.
Del bolero al posrock, del minimalismo más extremo al noise, 'Música desde
Alma Mater' es un audaz recorrido por varios de los mejores representantes
de la última música uruguaya. Un cancionero que está destinado a ser un disco
clásico, por la calidad de sus participantes y por la altura creativa de
un puñado de canciones que están entre las mejores de los últimos años.
http://www.aurora.com.uy/noticias/locales/1386.asp
SE EDITO LA BANDA SONORA DE LA PELICULA URUGUAYA "ALMA MATER"
Mínimas melodías místicas
En un país con poca —en términos cuantitativos— tradición cinematográfica, es natural que no abunden los "soundtracks", álbumes que se pueden dividir en dos categorías: aquellos que reproducen la música instrumental y los que agrupan un conjunto de canciones más o menos relacionadas con la materia prima fílmica.
En lo que hace al cine nacional, se registran en este aspecto antecedentes como el de Fernando Cabrera y su música para la película El dirigible, de Pablo Dotta. En ese caso, el cantautor montevideano compuso canciones y música incidental. También Música desde Alma Mater tiene ese carácter híbrido, aunque no tan marcado como el trabajo de Cabrera, ya que las composiciones instrumentales son pocas y muy breves.
Lo característico de este álbum es que está dividido entre las canciones de Silvia Meyer y aquellas que constituyen un muestrario pop. De un lado, música directamente vinculada a la película. Del otro, canciones de grupos como Malpaso, Miss Wichita y The Lucky Winners.
MINIMAS. El disco abre con una breve (58 segundos) y simple melodía al piano. La languidez y los espacios entre nota y nota —algo que se repite en otros pasajes instrumentales de Meyer y de Maggi— de la composición inicial, dan el tono para buena parte de la música compuesta para el film de Alvaro Buela. Tal como ocurre en la pantalla, también en las canciones y en la voz de Meyer hay un amplio espacio entre los puntos de significado para hacer conexiones, para buscar el sentido, trascendental o no, de lo que se escucha. Instrospectivos y melancólicos, los temas son interpretados por la cantante con una notable mesura y delicadeza, con Juana de Arco en la ducha —casi tres minutos de belleza sonora— como uno de los puntos más altos del disco. Las canciones de Meyer abren y cierran el "soundtrack" de Alma mater y constituyen lo mejor de éste.
NADA POP. Exceptuando la composición de Ojos del Cielo —trío que fusiona las guitarras eléctricas con el violín— que figura en la película, el resto de las canciones presenta a unas cuantas bandas y solistas cuyas canciones poco y nada están relacionadas con Alma mater. El propósito parece ser la presentación o el reencuentro con artistas seleccionados por la productora Nada Pop.
La ensalada confeccionada por los integrantes de Nada Pop Gabriel Peveroni y Osvaldo Barboza es despareja, pero da una bastante abarcadora muestra del segmento "under" e "indie" del rock uruguayo en la actualidad. Hay desde gente como Max Capote —que ya editó su primer disco— a ignotos (por ahora) como The Lucky Winners y Sibila Vain. Para destacar de esta selección: Nada, del ex-Exilio Psíquico Maximiliano Angelieri, Milagros de Sibila Vain y Acero, de los recién debutantes discográficos Malpaso. También merece una mención Y ahora estás llorando de Max Capote (aunque parezca un descarte de Grandes éxitos, primer y único CD del grupo).
CRITICA/ FABIAN MURO
MUSICA DESDE ALMA MATER
Autores. Marco de Maggi, Silvia Meyer
y muchos más.
Productores. Demasiados como
para enumerar
Edita. Bizarro
Diario El País, 25/09/2005
Industria uruguaya
Los mejores discos nacionales
Sin la edición de sus artistas más importantes, el mercado discográfico vivió un año tranquilo. El universo sonoro creado para la película "Alma Mater", la confirmación de La Teja Pride, el promisorio debut de Chala Madre y los nuevos caminos de La Trampa fueron parte de lo más destacado de 2005.
El Club de Tobi / "Aldorio". Era de esperarse, después de "Anselmo" llegó "Aldorio". El segundo disco de este cuarteto de cuerdas conserva la frescura y originalidad, además de sostener el gusto por coquetear con diversos géneros. El disco es una grata confirmación de una propuesta que hoy es asimilada en su debida forma y que encuentra en sus composiciones una identidad cada vez más definida. Por supuesto que el nuevo y provocador abordaje de temas de Los Redonditos de Ricota, los Beatles y Bob Marley también reafirma el espíritu del cuarteto.
Alma Mater / "Música desde Alma Mater". Una variedad intensa de climas afloran en esta banda sonora perteneciente a la película dirigida por Alvaro Buela. El viaje místico y trascendental que emprende Pamela, la protagonista, tiene a su lado un enorme universo sonoro que acompaña sus emociones, y en eso están los 23 tracks de esta banda sonora. El trabajo de Silvia Mayer, como productora y como cantante, es determinante para delinear una serie de melodías suaves y atractivas que acompañan el proceso del personaje principal de la película. El combinado de canciones pop que compone la otra parte del disco resulta un excelente muestrario de artistas emergentes.
Chala Madre / "Hay que salir". Teniendo al reggae como género base, Chala Madre hizo su debut discográfico entregando una pieza sólida, agradable y fresca. Son 14 tracks sostenidos gracias a una más que prolija instrumentación y al trabajo decidido sobre el formato canción, logrando que el disco resulte atractivo de principio a fin. Se destaca la voz de Andrés Beltrán, ajustado a la exigencia de cada tema.
No Te Va Gustar / DVD. El lanzamiento del primer DVD de NTVG significó un paso muy importante para la banda, principalmente porque el grupo decidió darle un plus a aquellos fanáticos que los habían acompañado en el histórico show en el Velódromo Municipal el pasado 5 de marzo. La edición incluye 22 temas que se tocaron aquel día con un sonido sencillamente espectacular (Surround 5.1) y la filmación del show donde no se pierde detalle. Además, hay un documental que permite meterse en la "cocina" de la banda y husmear en la intimidad de sus integrantes sin que resulte una intromisión inadecuada.
Malpaso / "El Tony Park ha vuelto al pueblo". La segunda edición discográfica de esta banda del under montevideano significó una de las gratas sorpresas. Una propuesta conceptual que describe con acierto un submundo de personajes que van cruzando de canción en canción, casi como si fueran parte de una novela. El fondo musical tiene aires balcánicos (Goran Bregovic) que se combinan con otras corrientes más rockeras, ofreciendo un cocktail que a veces es explosivo ("El demoledor") y en otras, suave y delicado ("Acero").
Larbanois & Carrero / "Coplás del fogón". El dúo folklórico más importante del Uruguay llega al punto más alto de su madurez compositiva. El disco encuentra a Mario Carrero en un excelente momento compositivo, al igual que Eduardo Larbanois, quien sostiene una relación cada vez más intensa con su guitarra. Entre los dos entregan un grupo de canciones donde se destaca un ensamble vocal sin fisuras.
Doberman / "Doberman". No hay otra palabra que pueda definir mejor el disco de Doberman como solidez. La estructura instrumental desprende una firmeza sumamente contundente y favorece el desarrollo vocal de Ignacio Obes, así como el swing guitarrero de Germán Seoane y Andrés Mozzo. La banda logró consolidar en el estudio de grabación la furiosa maquinaria sonora que demuestra en sus presentaciones en vivo.
La Trampa / "Laberinto". Para coronar un año impecable, La Trampa decidió redoblar la apuesta y salir al mercado con una propuesta diferente y arriesgada. Claro que hay rock y la guitarra de Garo Arakelian sigue siendo igual de filosa, pero las canciones toman vuelos inesperados, alcanzando ciertos pasajes melódicos que se tornan cautivantes para los oídos. Un gran acierto fue convocar a Fernando Cabrera para la producción artística, quien se encargó de potenciar las virtudes mostradas anteriormente por el grupo para fusionar elementos folklóricos y de milonga con el rock.
La Teja Pride / "Tiempos Modernos". La banda se encarga de confirmar todo lo bueno que mostraba en su ópera prima, pero además, decide ir un paso más allá para salir ganando nuevamente. Quizás como ninguna otra banda uruguaya, La Teja Pride expresa su música desde un todo conceptual que va desde el título, el arte, las letras y los finísimos arreglos musicales. El disco es parejo, disfrutable de principio a fin y tiene en "1985" una verdadera joyita, donde el grupo demuestra su mayor talento para incluir un fragmento de "Adagio en mi país" (Alfredo Zitarrosa) y transformarlo en una parte más de la melodía. Fieles a su esencia, el disco tiene una buena dosis de crítica que siempre es manejada con criterios ajustados a la propuesta.
Gerardo Minutti
Diario El País
31/12/2005
La década del cero
Para quien creció oyendo el rock de los ochenta, ingresar a los nuevos caminos propuestos por el género en los noventa fue un proceso natural. Inclusive si se venía de los setentas y se había sorteado el quiebre profundo del punk, era bien posible saltar un nivel para tomar nota de las novedades que la generación de los noventa traía en su caja de Pandora.
Adaptarse al cambio producido en el género rock durante los primeros años del tercer milenio, no es tarea sencilla. Hay que realizar un esfuerzo para tratar de entender un golpe de timón estético que dirige su rumbo hacia las serenas aguas del rock estándar, clónico, y que en muchos casos es más liviano que un hombre en la luna tocando música pop.
Sintomáticamente, nadie utiliza ahora la clásica terminología que ha servido para delimitar períodos históricos tipo “la década del veinte” o “los sixties”. Nadie dice “los años cero” o “la década del cero” como si esa sola mención pudiera tender un puente sugestivo entre el número que designa y el contenido de ese mismo período de tiempo.
LUCES EN EL PATIO
El género rock siempre se caracterizó por la permanente proposición de nuevos modelos y los años noventa fueron un caudal abierto de cosas oídas o acabadas de oír por primera vez: 1) etapa final de la evolución iniciada por el metal en los 80’s; 2) desarrollo y apogeo del hip hop y el industrial rock; 3) nacimiento del rapcore y el trip hop; 4) eclosión de un nuevo sonido: el grunge.
A contramano del panorama internacional, la década del 90 en Uruguay se inició como período de retracción y réplica del modelo punk, dark, hardcore, del decenio anterior. Si sólo se trataba de asomar la cabeza y mostrar lo que se estaba haciendo, las bandas de aquellos años tenían todo en su contra: un público casi inexistente, nula difusión, falta de apoyo de las casas discográficas y escasez de lugares donde tocar debido al permanente cierre de pubs por ruidos molestos.
“En los noventa, el rock era estereotipado como algo under –dice el periodista Leonardo Altmann- de boliches de mala muerte, de puertas cerradas, de guetos, de jóvenes de mala vida, inaccesible para el gran público, despreciado por el circuito comercial”.
La crudeza de su sonido, sus textos antisistema y su sesgado nihilismo, no pudieron servir a la causa de la popularidad, pero en cambio configuraron la circunstancia más favorable para el surgimiento de dos agrupaciones fundamentales en la historia del rock uruguayo: Gallos Humanos y el Peyote Asesino. Las dos sintetizaron el espíritu de la época llevándolo a su máxima expresión; las dos fueron modernas, audaces, revulsivas, y dueñas de una poética bien personal.
Con apenas una producción fonográfica (ya que casi todos los temas del primer disco de el Peyote volvieron a grabarse para formar parte de Terraja, su segunda placa), les bastó para convertirse en hitos y dejar encendidas dos luces en el patio del tiempo, en tanto que ahora, entre la incesante edición discográfica de algunas bandas, apenas alcanza para un relumbrón.
ECONOMÍA Y ESTÉTICA
“Hoy el rock nacional –afirma Leonardo Altmann- es un ‘producto’ que podría figurar en los ‘De más’ de Galería de Búsqueda; se volvió casi ‘fashion’, masivo, popular, y se expresa en un lenguaje accesible a todo público”.
Sus canciones suenan en casi todas las radios, existen varias empresas disqueras jugadas a apoyar la labor artística del movimiento y sobrados lugares para que las bandas se exhiban en vivo. A diferencia del rock de los 90’s y salvo raras excepciones, su ánimo es menos confrontador y su actitud más desentendida del legado del rock y de la opinión de la crítica; altamente contemporizador con la opinión del público: si los chicos que consumen sus productos les dan el visto bueno, es que el camino elegido es el correcto.
El aplauso parece ser el mejor indicador de la salud del movimiento y no los elementos que en la propia canción hablan de la presencia de textos de escaso interés (salvo por algo de Graffolitas, Bufón y Astroboy), y sonidos sin demasiada cosa novedosa que exponer. Un cierto espontaneísmo creativo reconocido por los propios músicos en sus declaraciones, y un conservadurismo acendrado, conduce a un tipo de canción reiterativa e incapaz de moverse afuera de los límites de lo aceptable en arreglos y experimentación de otras posibilidades.
Bajo el reino del mercado, si un grupo llega a cambiar algo de un registro a otro, el sentido de ese cambio es hacia lo obvio, lo liviano, jamás hacia un territorio de innovación en el cual, el público, pudiera llegar a darle la espalda a la propuesta. El último trabajo de Sórdromo (Los amigos invisibles) por ejemplo, vuelve trivial el sendero recorrido por la banda hasta Salvando la distancia, de la misma manera que Aunque cueste ver el sol de No Te Va Gustar, marca una notoria caída en la calidad de las composiciones –y en su potencial de llegada a la gente- respecto a Este fuerte viento que sopla, su disco anterior. Y se podrían seguir dando ejemplos porque este descenso del voltaje, no es patrimonio exclusivo de las dos bandas mencionadas, y hasta podría asegurarse que casi todos los registros producidos post instalación del rock nacional como fenómeno masivo (año 2003), son inferiores a sus predecesores.
Se sabe que componer una canción de éxito o de igual calidad a la realizada con anterioridad no depende sólo de la decisión del creador. Pero también debería saberse que si uno tiene entre sus manos un montón de composiciones mal paridas, es mejor esperar a que otras aparezcan para volver a grabar un nuevo registro. De lo contrario, el interés que mueve esa acción tiene a lo económico como motivador principal y relega lo estético a un segundo lugar.
VALORES INTRINSECOS Y CONVALIDACION POPULAR
En lo que va transcurrido de la década del cero, ¿qué banda nueva queda como referencia ineludible?, ¿qué obra como sedimento? La falta de personalidad de las nuevas agrupaciones queda bien evidenciada en cada festival, cuando el aplauso del público recibe con mayor fervor a las bandas viejas (La Trampa, Trotsky Vengarán, Buitres) o a las de generación intermedia (La Vela Puerca, No Te Va Gustar).
Seguramente todo el periodismo especializado coincida con la siguiente opinión de Leonardo Altmann: “de las bandas del 2000 para acá, el mejor disco de rock nacional que he escuchado ha sido Automática (2003) de Astroboy”. Deberían convenir que, a su vez, no se trata de un disco trascendente. Tampoco lo son De bichos y flores de La Vela Puerca ni Este fuerte viento que sopla de No Te Va Gustar. Se trata de materiales que han provocado un gran efecto sobre la audiencia pero que ni parándose en puntas de pie, llegan a la estatura de Animaladas nocturnas (Gallos Humanos) y Terraja (Peyote Asesino), dos obeliscos plantados en los noventa, a fuerza de valores intrínsecos y no por acción de la convalidación popular.
Los discos más grosos de este decenio pertenecen a agrupaciones que se forjaron en los noventa, como Buenos Muchachos (Dendritas contra el bicho feo y Amanecer búho) o que tienen buena parte de su trayectoria en ella, como Elefante (Bazar) y Kato (Kato).
Y otro dato para quedarse pensando: las obras cumbre, las que se roban todos los premios de la década, pertenecen a gente que viniendo del rock se aleja de él a pasos agigantados como Malpaso (El Tony Park ha vuelto al pueblo) o que, como Bajo Fondo Tango Club, ya lo ha hecho hace rato.
Leonardo Scampini
DelUruguay.Net
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